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Estrés, qué es, y como identificarlo.

 

Una mañana cualquiera,  nuestro perro se despierta y espera con energía el momento en el que nos levantemos para comenzar un nuevo día.
Una vez atravesamos la puerta de casa, nuestro perro tiene que lidiar con los diferentes estímulos que le proporciona el entorno en el que vivimos, bocinazos, coches, motos, bicicletas, personas corriendo, niños con mochilas, otros perros, etc.  Y todo esto, en muchas ocasiones se traduce en diferentes reacciones físicas y emocionales que se conocen como ESTRÉS.   
                                          

    A lo largo de este artículo, os proporcionaremos documentación sobre: ¿Qué es el estrés? ¿En qué puede afectar a nuestro perro? ¿Cómo identificarlo? y algunas pautas sobre cómo reducir niveles de estrés
 

El estrés.     

 Podemos considerar el estrés como la respuesta que emite el organismo para adaptarse a una situación nueva. Esto provoca que el individuo genere un sobreesfuerzo y  prepare al organismo para afrontar dicha situación. El estrés no siempre ha de tener consecuencias negativas, de hecho, la respuesta que genera es necesaria y adaptativa. Pero cuando estas respuestas se prolongan o intensifican, pueden llegar a provocar una sobrecarga de tensión que repercutirá en el organismo de nuestro perro, pudiendo ocasionar la aparición de enfermedades  y diversas anomalías.  
 

¿Qué puede estresar a un perro?     

 Como la propia definición indica, cualquier cambio o situación nueva, con lo que prácticamente cualquier cosa podría estresar a nuestro perro. Entre algunos ejemplos citamos, la visita de una persona a casa, acudir al veterinario, ruidos de obras, petardos, correcciones y castigos, paseos inadecuados, juegos excitantes, exigencia durante la realización de algún ejercicio, pasar mucho tiempo solo o cambios constantes de rutina, son algunos ejemplos que pueden generar estrés. Cualquier perro se puede ver afectado por estas situaciones, lo que verdaderamente  nos interesa, es que la respuesta tanto física como mental a la adaptación, sea gestionada correctamente.
 

Efectos del estrés…   

  Son numerosos los estudios que han tratado sobre los efectos que puede causar el estrés y cómo estos se ven reflejados en el organismo de nuestro perro. Entre algunos ejemplos, podríamos destacar, debilitamiento del sistema inmunitario, aumento de la frecuencia cardiaca, mayores niveles de hormonas sexuales, aumento de la actividad gástrica o  dolores debidos a la tensión muscular (que pueden provocar  que el perro esté más irritable).                                   

Hemos hablado sobre los efectos físicos que puede provocar el estrés, también es importante hablar sobre los efectos que puede causar mentalmente. Es importante saber que cuanto mayor es el nivel de estrés, menor es la capacidad de aprendizaje. En muchos casos vemos perros con falta de atención o concentración y eso no significa que estos perros sean desobedientes, simplemente el estrés les impide seguir un protocolo de aprendizaje adecuado. Además el estrés puede provocar diferentes problemas de conducta, hiperactividad, estrés crónico, etc. Hemos de ser cautelosos cuando un perro está expuesto a diversos estímulos estresantes y no los gestiona bien, podría desencadenar en comportamientos no adecuados y creando diversos problemas fisiológicos.


¿Cómo podemos identificar el estrés?            

  Existen diferentes indicadores con los que podemos detectar si nuestro perro sufre de estrés o qué situaciones le pueden estar estresando. Algunos de estos indicadores los genera el cuerpo de forma casi instintiva como mecanismo para liberar toda la tensión acumulada durante el periodo en el que se ha visto expuesto a cualquier estímulo, cambio o situación nueva. Todas estas “señales” han de ser evaluadas según el contexto y la situación. A continuación mencionamos algunas de ellas:

 

  • Dificultad para aprender o concentrarse.

  • Bostezos.

  • Jadeos fuertes y profundos.

  • Ladridos frecuentes.

  • Sacudirse.

  • Sed excesiva.

  • Temblores.

  • Intentar morderse/perseguirse la cola.

  • Salivación excesiva.

  • Conductas destructivas.

  • Rascarse.

  • Comportamientos de monta.

  • Hiperactividad.

  • Caspa.

  • Caída del pelo.

  • Falta de hambre.

  • Comportamientos compulsivos.

     

     

     

     

     

     

     

    Carlos López Kurrás para La Guía del Border Collie 

     

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